Los inicios.
La música la he tenido presente desde siempre, no hay un punto en el que pueda decirse que fue cuando empecé a interesarme por ella, ha ido madurando poco a poco según lo hacía yo mismo, desde siempre me interesó tocar la guitarra y aprender a tocar canciones.
Cuando estaba en el conservatorio probé el sonido midi con editores de partitura pero por aquella época ese sistema dejaba aún mucho que desear a nivel de calidad de sonido, estaba bien para componer, pero poco más.
Más adelante cuando llegué a la universidad la informática musical ya sí estaba lo bastante desarrollada como para poder hacer trabajos que tuvieran un mínimo de calidad, y entonces fue cuando me puse a componer como un loco, siempre dentro de la música llamada entonces new age, lo que luego se ha denominado nuevas músicas, temas que ahora los veo y algunos me suenan muy ingenuos, pero otros aún me convencen, en cualquier caso hasta la fecha los he mantenido inéditos. Fue un tiempo de conocer muchos recursos nuevos, de probar muchas cosas hasta que al fin conseguí hacer un trabajo que sonara medio decente, que fue la música de “Tres cuadernos de otoño”. Y lo que sigue desde ahí ya no son los inicios…
Mi música.
Desde mi punto de vista lo primero que debe cumplir un artista, sea del tipo que sea, es tener algo que decir, más profundo o más ingenuo, más sofisticado o más simple, sea de la naturaleza que sea, pero decir algo, si no el arte se convierte en espectáculo o en entretenimiento, muy divertido de ver, muy vistoso, pero devaluado. Desde ese prisma mi música no es más que el medio que he encontrado para decir, es una forma de poner en claro mis reflexiones y mis ideas, de darles una forma atractiva e interesante, de manera que a otros les resulte agradable acercarse a ellas. En el fondo tengo la ingenua esperanza de que todos los pensamientos que a mí me han ayudado, todas las reflexiones que a mí me han servido y me están sirviendo para ser feliz, puedan servir a alguien más, que haya alguien en alguna parte que oiga un tema mío y piensa “oye, pues ésto no me lo había planteado de esta manera”. En el fondo lo que pretende es tan simple como ser un instrumento que pueda utilizarse para encontrar un poquito de paz.
Mis discos.
Bueno, técnicamente hablando no tengo ningún disco publicado, ya que todos mis trabajos están colgados en Internet como descargas gratuitas. Pero entrando en materia, el primer trabajo que realicé fue “Tres cuadernos de otoño”, era una obra que tenía dos partes, un libro de poemas y una serie de canciones pensadas para acompañar a esa lectura. Musicalmente hablando es una música muy tranquila y relajante, con canciones que llegan a los 30 minutos, porque están pensadas para acompañar largas horas de lectura, del libro de poemas que las acompaña o de cualquier otro.
Lo siguiente que realicé fue “Lejos de casa”. Está inspirada en una serie de poemas del mismo título de “Tres cuadernos de otoño”. Aquí ya sí pretendí que fuera una música más descriptiva, pretendía contar con sonidos lo que decía con palabras, de manera que llegaran por las dos vías. Esta obra ya no es tan tranquila n i tan relajante, es más dura de oír, no entra a la primera, pero por el contrario pienso que consigue que el oyente se “meta” dentro de la música y hacerle sentir, llevarlo, traerlo, ahora se queda en silencio, ahora explota… pienso que el oyente, gracias a los sonidos, experimenta sensaciones. Este trabajo temo que pase un poco desapercibido porque cuando lo hice aún no tenía mi página web y no tenía ningún medio para hacerlo público, no le hice ningún tipo de promoción en su día y cuando ya por fin se vio publicado fue al año siguiente cuando ya sí abrí mi página en Internet “Taller de horas” y en ese momento me dediqué a mi recién estrenada “Árbol de otoño que siente primavera”, y me da pena porque es tan buena como pueda serlo su sucesora.
La siguiente obra que publiqué fue la que ya he nombrado “Árbol de otoño que siente primavera”, porque entre esta y la anterior hubo otra en medio que llamé “Con luz los vacíos” pero más que un trabajo nuevo en sí fue una especie de diversión, una forma de despejar mi mente un poco para desconectar de “Lejos de casa” y prepararme para “Árbol…”, no es una obra que tenga que ver con las nuevas músicas, es un pop muy asequible, que entra muy bien de primera hora. En “Árbol…” seguí la línea iniciada con “Lejos de casa”, con la música que describía una serie de poemas de “Tres cuadernos de otoño”, y también pretendía hacer que el oyente pudiera experimentar, pudiera sentir lo que contaban las poesías.
Y finalmente en octubre de 2007 acabo de publicar lo que será la última secuela de la serie “otoñal” basada en “Tres cuadernos de otoño”, se llama “Sombras del otoño” y no es material nuevo en sí mismo, en realidad es una recopilación de rarezas, de material que permanecía inédito hasta ahora, y que salió de las sesiones de grabación de “Árbol…”, son las pruebas que hice buscando los sonidos con los que luego creé esa obra, lo que pretendo es ayudar al oyente a entender un poco mejor todo el proceso que llevó su realización . Es como un apoyo para que el público la aprecie más.
Los orígenes de la experimentación.
Uff! Buena pregunta sí señor. Yo pienso que es algo inherente al ser humano, tenemos, entre otras características, una curiosidad innata, siempre queremos saber más e ir más lejos, porque nos aburrimos con mucha facilidad de lo que ya conocemos. En la música francamente no te sabría decir cuándo empezó porque creo que es desde siempre, desde que el primer troglodita dio golpes con una piedra en el tronco de un árbol para ver qué pasaba. Ya Johan Sebastian Bach pienso que fue un experimentador nato y gracias a eso creó el sistema musical que tenemos ahora basado en siete tonalidades mayores y siete menores. Y a principios del siglo pasado Charles Yves, por ejemplo fue uno de los precursores de la música dodecafónica, y todo empezó porque quería experimentar y probar sonoridades nuevas, huir de las armonías tradicionales. Más avanzado el siglo XX, músicos con John Cage u Olivier Messien fueron un poco más adelante probando sonoridades más nuevas aún. Y ya coetáneos nuestros, están los grandes músicos de la psicodelia de los 70, personas que huían de la comercialidad y de los sonidos tradicionales, que sólo les interesaba el probar sonidos nuevos, desde los más radicales como Tangerine Dream o Klaus Schulze, pasando por los geniales Pink Floyd y Philip Glass, incluso el propio Vangelis, que si hoy día su trabajo es interesante, sus discos de aquella época son apasionantes, por la valentía y por la vanguardia que se desprendía de cada una de sus notas, eran pura innovación. Yo pienso que todos los músicos que hoy día nos dedicamos a exprimir los sonidos para sacar elementos novedosos nos hemos inspirado en toda esa serie de artistas de los 70, porque fue una época muy rica en talento y sobre todo muy abierta de mente, con una predisposición muy buena para todo lo que resultara innovador, pienso que eso es fundamental para las personas, el no encasillarse, no quedarse siempre en el mismo lugar respirando un aire viciado, eso acaba destruyéndonos, es muy bueno ir mirando siempre hacia delante, ir siempre en busca.
¿Cómo llega la inspiración?
La verdad es que no te sabría decir, yo no creo demasiado en ella, es verdad que hay rachas en las que estás más productivo y rachas en las que está la mente más seca y no parece que salga nada, pero tampoco hay que dejarse obsesionar por eso, si no te sale nada, seguramente será porque no tienes nada dentro en ese momento y por más que te estrujes no vas a conseguir ningún resultado, es como un limón que ya ha soltado su última gota, por mucho que aprietes no soltará más porque ya no le queda zumo. En esos casos yo recomiendo que en lugar de desesperarte ante un papel en blanco, esperando que salga algo de donde no hay porque ya está vacío, que te despejes, que salgas a dar una vuelta, a charlar con los amigos, que leas un buen libro, que visites un museo, que oigas un buen par de discos o que vayas al cine a ver una película interesante… en definitiva, que te rellenes otra vez, que busques algo que volver a decir. Esa receta no falla, a las dos o tres semanas ideas nuevas surgen en la cabeza y el trabajo vuelve a fluir. Como te decía antes, lo importante es que tengas algo que decir, en ese caso lo demás viene rodado.
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